Que difícil es cambiar, decidir revertir situaciones y sentimientos, y no sólo decidir hacerlo, lo difícil dar el primer paso hacia el cambio, hacia lo nuevo, descubrir cómo lograrlo.
En estos últimos años, cada experiencia me ha regalado la oportunidad de darme cuenta de algo diferente, me ha regalado la oportunidad de aprender, de crecer. En el momento ha sido duro y debo reconocer que no lo veo cómo un aprendizaje como tal. Muchas veces me frustro, no entiendo, y sinceramente dudo, dudo de todo, vacilo, me dejo dominar por el miedo y la inseguridad.
Pero a medida que pasan los días y cuando me estoy dando por vencida, termino entregándome a los obstáculos por una u otra razón, acepto las pruebas o sufrimientos, y es ahí cuando se produce el cambio. Cuando dejo de hacer el papel de víctima, cuando dejo de resistirme a las circunstancias, cuando dejo de luchar contra lo que no tengo cabida es cuando me doy cuenta del por qué y para qué, y termino agradeciendo.
Hace mucho tiempo dejé de creer en las casualidades, pero hoy recién podría decir que según mi experiencia, realmente NADA es casualidad. Todo llega en el momento exacto. Todo está alineado para que podamos crecer y aprender. Y si me pongo a pensar, no debería referirme sólo a situaciones que nos hagan aprender, también las personas llegan a nuestra vida en un momento en el que tienen que ser parte de ella, como si una inteligencia universal manejara todo a la perfección y se encarga de administrar el tiempo, las situaciones, las experiencias. En verdad siento que todo está alineado y que el universo confabula a nuestro favor.
Lo que quiero destacar y en lo que quiero profundizar, es que de todo se debe sacar una lección, una enseñanza, y cuando digo "se debe" es porque realmente debiese ser así. Todos deberíamos buscar un porqué en lo que nos pasa, ya que es la única manera de aprender y trascender.
Si nos ponemos a pensar, realmente de eso se trata la vida, de aceptar lo que nos pasa, valorar lo bueno y lo malo, porque eso nos ayudará a convertirnos en una persona más sabia.
Creo que lo verdaderamente difícil es darnos el tiempo de entender lo que nos está pasando, analizar las situaciones, regalarnos tiempo y estar en silencio, dejar que la información y respuestas lleguen a nosotros, darnos el tiempo de conectar con nuestro interior.
Esto pasa, porque nos preocupamos más de estar conectados en redes sociales, de estar conectados con nuestros amigos, con nuestra familia, con nuestro trabajo. Pero.... ¿En qué momento nos conectamos con la persona más importante de nuestra vida? Con el protagonista de nuestra historia. Con la persona que nos mantiene en pie, que nos acompaña en todo momento. ¿En qué momento nos preocupamos de conectarnos con nuestro interior?
Si todos entendiéramos que la vida es mucho más que respirar, caminar para un lado y para otro, trabajar, mucho más que compartir con nuestra familia y amigos... Todo sería casi sagrado y tendría otro sentido.
La vida es un océano de posibilidades, emociones y sensaciones, es un bosque de misterios por descubrir, es un camino infinito hacia la felicidad que alberga en nuestro interior. Si nos diéramos el tiempo de buscar en nosotros y en el universo las respuestas a nuestras inquietudes, a buscar la energía que sentimos que nos falta, buscar la felicidad que tanto anhelamos, nos daríamos cuenta que la información está ahí, esperando por nosotros, y nunca dejará de estar ahí.
En estos últimos años, cada experiencia me ha regalado la oportunidad de darme cuenta de algo diferente, me ha regalado la oportunidad de aprender, de crecer. En el momento ha sido duro y debo reconocer que no lo veo cómo un aprendizaje como tal. Muchas veces me frustro, no entiendo, y sinceramente dudo, dudo de todo, vacilo, me dejo dominar por el miedo y la inseguridad.
Pero a medida que pasan los días y cuando me estoy dando por vencida, termino entregándome a los obstáculos por una u otra razón, acepto las pruebas o sufrimientos, y es ahí cuando se produce el cambio. Cuando dejo de hacer el papel de víctima, cuando dejo de resistirme a las circunstancias, cuando dejo de luchar contra lo que no tengo cabida es cuando me doy cuenta del por qué y para qué, y termino agradeciendo.
Hace mucho tiempo dejé de creer en las casualidades, pero hoy recién podría decir que según mi experiencia, realmente NADA es casualidad. Todo llega en el momento exacto. Todo está alineado para que podamos crecer y aprender. Y si me pongo a pensar, no debería referirme sólo a situaciones que nos hagan aprender, también las personas llegan a nuestra vida en un momento en el que tienen que ser parte de ella, como si una inteligencia universal manejara todo a la perfección y se encarga de administrar el tiempo, las situaciones, las experiencias. En verdad siento que todo está alineado y que el universo confabula a nuestro favor.
Lo que quiero destacar y en lo que quiero profundizar, es que de todo se debe sacar una lección, una enseñanza, y cuando digo "se debe" es porque realmente debiese ser así. Todos deberíamos buscar un porqué en lo que nos pasa, ya que es la única manera de aprender y trascender.
Si nos ponemos a pensar, realmente de eso se trata la vida, de aceptar lo que nos pasa, valorar lo bueno y lo malo, porque eso nos ayudará a convertirnos en una persona más sabia.
Creo que lo verdaderamente difícil es darnos el tiempo de entender lo que nos está pasando, analizar las situaciones, regalarnos tiempo y estar en silencio, dejar que la información y respuestas lleguen a nosotros, darnos el tiempo de conectar con nuestro interior.
Esto pasa, porque nos preocupamos más de estar conectados en redes sociales, de estar conectados con nuestros amigos, con nuestra familia, con nuestro trabajo. Pero.... ¿En qué momento nos conectamos con la persona más importante de nuestra vida? Con el protagonista de nuestra historia. Con la persona que nos mantiene en pie, que nos acompaña en todo momento. ¿En qué momento nos preocupamos de conectarnos con nuestro interior?
Si todos entendiéramos que la vida es mucho más que respirar, caminar para un lado y para otro, trabajar, mucho más que compartir con nuestra familia y amigos... Todo sería casi sagrado y tendría otro sentido.
La vida es un océano de posibilidades, emociones y sensaciones, es un bosque de misterios por descubrir, es un camino infinito hacia la felicidad que alberga en nuestro interior. Si nos diéramos el tiempo de buscar en nosotros y en el universo las respuestas a nuestras inquietudes, a buscar la energía que sentimos que nos falta, buscar la felicidad que tanto anhelamos, nos daríamos cuenta que la información está ahí, esperando por nosotros, y nunca dejará de estar ahí.