Para mi este último tiempo ha sido como plantar una semilla, que recién está creciendo, recién está brotando, haciéndose consciente que existe y tomando forma para seguir avanzando.
Hay días de sol y otros de tormenta, pero no hay nada que impida que esta semilla crezca, porque está creciendo en tierra fértil, que es mi corazón que siente, que late, que vive, que se entrega y anhela... corazones que compartan con la misma intensidad y fulgor.
Porque cada experiencia es diferente, se siente diferente, se vive diferente y cada experiencia despierta emociones, deja distintos aprendizajes y lecciones, y hoy en mi despertó el respeto, por el espacio y el tiempo, despertó la comprensión que nace de ponerse en la situación de otro corazón, despertó un sentimiento de empatía, despertó la alegría, de querer ser la mejor versión de mi misma.
Porque ser un guerrero no es fácil, porque todos tenemos temores, porque necesitamos estar fuertes y mantener nuestras convicciones.
Porque tus miedos no son los mismos que los míos, y tus experiencias arman tu nido, y no el mío.
Porque ahora entiendo toda la comprensión que puede ser posible entre dos seres desde el amor, y esa comprensión es la que quiero hoy.
Todo lo que he experimentado en este tiempo es santo, mágico, es como que he estado cubierta por un manto, un manto de amor y compasión, un manto que me alejó del temor, me protegió de la guerra, que existía en mis relaciones anteriores y me acercó a las estrellas, me acercó al amor que existe en mi interior.
Me hizo ver que no quiero discusiones ni preocupaciones, me hizo ver con claridad cuales son mis reacciones.
¡Y lo agradezco! Agradezco todo lo vivido, todo lo que he sentido, agradezco infinitamente la enseñanza y eso me mantiene en una continua alabanza, a lo divino, honrando mi camino, permaneciendo atada a un hilo, que me sostiene y permite avanzar en calma.
Ahora más claramente entiendo que todos los procesos llevan tiempo, y eso no lo debemos olvidar, que solo el tiempo nos hará entender por donde transitar.
Si queremos transformarnos en mariposas y volar, debemos vivir todo el proceso que está detrás.
Todo proceso es eso y nada más, no hay que ser tan drásticos ni sobre pensar, debemos fluir, confiar, esperar pacientemente a que todo encaje de forma natural.
Si queremos ser la más linda flor debemos esperar que crezca, que amanezca fresca, que reciba el sol en las mañanas, que reciba el agua que del cielo emana, que reciba una abeja si quiere estar ahí posada, siempre fluyendo y sin resistirse a nada.
Siguiendo la fluidez de la naturaleza, respetando a los animales y su belleza, sintiéndonos una estrella que siempre reza, a lo infinito, a lo simple y al olvido, que viene de la capacidad de ser resilientes y aceptar los hechos sin quedar heridos.
Hay intensidad en cada camino, hay experiencias pasadas y también hay sufrimientos, hay reacciones, desiluciones, pero también hay fuego interno y ganas de que todo funcione, en nuestras vidas, en nuestros actos, en nuestro día a día, dejando el pasado intacto.
No soy perfecta, nadie lo es, pero si tenemos corazón y eso nos permite estar en pie, fluyendo, percibiendo, sintiendo, latiendo.
Hoy más que nunca tengo claridad en lo que quiero, quiero una relación basada en el respeto y cuidado, dejando el egoísmo de lado. Quiero una relación que me transporte a otra era, con un beso, un abrazo, con un acto de entrega.
Con un te amo.
Y no un te amo de palabras, no un te amo terrenal, quiero un te amo con el alma, un te amo de verdad.
No quiero juegos de egos, quiero empatía, pero no empatía dormida, la quiero despierta, siempre reinando, en cada una de mis relaciones, conversaciones y actos.
Porque lo hermoso que veo y valoro en los demás también está en mi.
Porque todo lo que ves en mi y valoras de mi, también está en ti.
Porque somos el espejo perfecto del otro, somos humanos y vinimos a reparar lo que estaba roto. Porque necesitamos acompañarnos y experimentar también a través de otros.
Somos seres sensibles y receptivos, y si no estamos recibiendo lo que sentimos correcto, tenemos la oportunidad de alejarnos, pero siempre desde la paz y la calma, desde el amor que no se transa ni cambia.
Porque nos merecemos la oportunidad de amar, pero también de disfrutar, de nuestros amores, instintos y ganas de experimentar.
Nos merecemos la idea de creer en el destino.
Nos merecemos mirar a otro y en él encontrar abrigo.
Nos merecemos la felicidad y estabilidad que entrega un amor correspondido.
Nos merecemos todo lo que menciono y mucho más... porque si lo hacemos bien nada puede fallar, porque si lo hacemos bien vamos a experimentar la infinidad.
El miedo y el temor no conducen a nada.
El egoísmo y la evasión no nos mantienen en calma.
Si no existe casualidad y sólo existe sincronicidad, eso significa que el universo obra perfecto y solo lo debemos aceptar.
¿Qué podemos hacer? Nos tenemos que entregar... eso hacemos día a día y a veces nos toca soltar.
Esto no se trata de lo que entendemos sobre el amor, esto es mucho más profundo, es un amor espiritual que recorre el mundo, que cada día despierta más profundamente y da sentido a lo que estaba oculto.
Esto es aceptar que donde esté la felicidad de otro está también tu felicidad, y donde esté mi felicidad está la tuya igual, porque somos uno latiendo, al unisono y sin remordimiento.
Sólo amor habita mi corazón, solo sigo mi intuición, soy sólo un puente maravilloso de pura conexión.
Hoy me siento capaz de soltar en paz, hoy me siento como un pajarito que recién aprende a volar.
Pero me siento libre, me siento liviana, me siento aliviada de poder dar cada paso en calma, desde el amor, desde la paz de entregarme un espacio, agradeciendo la posibilidad de seguir siendo feliz sólo en mi habitando.